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Las etiquetas para uso alimentario son etiquetas que cumplen los estándares establecidos por los organismos reguladores gubernamentales, que permiten su aplicación directa o indirecta a los productos alimentarios y las bebidas. Las etiquetas directas son las que se colocan en las superficies de los alimentos, como las que se adhieren a la piel de las manzanas y otras frutas y verduras, y las indirectas, las que se aplican a los envases que, a su vez, pueden estar en contacto con los alimentos o las bebidas.
Para que se considere segura y apta para uso alimentario, la impresión de las etiquetas debe cumplir las normativas establecidas sobre las tintas de impresión y los adhesivos que se utilizan para pegarlas. En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) es la encargada de fijar y supervisar estas normativas, mientras que, en Europa, esta función recae sobre la Comisión Europea (CE).
Tanto las etiquetas directas como las indirectas incluyen el codificado que exigen los organismos reguladores. Normalmente estos códigos se marcan con sistemas de impresión y aplicación de etiquetas durante el proceso de etiquetado, en el que se emplean las tintas aprobadas.
Estados Unidos cuenta con listas de los materiales, incluidas las tintas y los adhesivos, que pueden entrar en contacto con los alimentos y las bebidas, así como de las formas en que deben aplicarse a los productos y envases, incluidas las etiquetas de las botellas, aunque estas listas varían a medida que se desarrollan nuevos productos. En ellas se especifican los materiales que pueden estar en contacto directo o indirecto con los alimentos.
Las normativas son especialmente estrictas en lo que respecta a la evaluación de las etiquetas directas a fin de determinar su aprobación para el uso alimentario. Para la impresión de estas etiquetas, no se pueden emplear tintas que puedan penetrar en los alimentos a los que van adheridas en caso de que se mojen. Además, no pueden quedar restos del adhesivo en el producto etiquetado tras quitar la etiqueta, a menos que se demuestre que su ingesta no presenta ningún peligro para la salud de los consumidores.
Aunque su importancia no resulte tan vital como la de las etiquetas directas, las etiquetas indirectas para uso alimentario también se regulan de manera estricta a fin de evitar la ingestión accidental de productos químicos peligrosos. Por ejemplo, las etiquetas de los envases de alimentos y bebidas suelen humedecerse cuando se sacan del frigorífico. Para obtener la aprobación, también se debe demostrar que las tintas y los adhesivos utilizados en la impresión de estas etiquetas no se emborronan si se humedecen y no presentan ningún peligro en caso de consumo accidental.